Cada día más, se agravan más los problemas medioambientales y sus impactos en las poblaciones vulnerables, como la contaminación de ríos y lagos, el incremento de enfermedades o el aumento de la pobreza, ente otros. Por ello, las deudas pendientes con la Madre Tierra se deben priorizar en la agenda de los tomadores de decisiones y ciudadanía.
Sobre este hecho, el Gobierno se ha manifestado en varias ocasiones a lo largo del mes debido a que este jueves 22 se conmemoró el Día Internacional de la Madre Tierra. En ese sentido, el vicepresidente, David Choquehuanca, afirmó que es apremiante debatir las leyes de protección a la Madre Tierra en la Asamblea Legislativa y crear una Defensoría que contribuya a resolver la crisis ambiental en el país.
Entonces, considerando que existe un alto grado de conciencia sobre los desafíos, es importante cuestionar si los esfuerzos que realiza el Estado son suficientes y qué temáticas se deben priorizar.
Para empezar, las principales problemáticas (sin un orden específico) son:
i) contaminación de Lagos y ríos provocada por múltiples razones, entre las cuales se puede mencionar la mala gestión de los desechos sólidos y líquidos que generan graves efectos en el medio ambiente. Por ejemplo, el caso del lago Uru Uru, cuyas aguas se convirtieron en botellas de plástico;
ii) cambio climático, los impactos de este fenómeno dañan principalmente a los pequeños productores agropecuarios que, tal como sucedió esta semana en Cochabamba, pueden perder toda su producción por eventos climáticos como fuertes lluvias o sequías;
iii) degradación de los suelos, es decir que las malas prácticas agropecuarias, como el sobre pastoreo o la deforestación, impulsan la degradación de los suelos. A su vez, esto reduce la productividad agropecuaria del país.
Se podrían mencionar otros problemas como los relacionados con la minería, la carencia de ordenamiento territorial, los incendios forestales, los delitos contra la fauna, etc. Sin embargo, lo esencial es entender que todas estas problemáticas promueven la vulnerabilidad a la pobreza y la inseguridad alimentaria de las familias bolivianas, además de los obvios impactos medioambientales.
En ese sentido, los avances que se han tenido para lidiar con las tres primeras problemáticas propuestas han sido la Ley 755 de Gestión Integral de Residuos promulgada en 2015, la aceptación de los acuerdos internacional sobre el cambio climático, como el Acuerdo de París o la ratificación del Acuerdo de Escazú, y acciones políticas a raíz de dichos convenios como la Ley Marco de la Madre Tierra que da origen a la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra.
Por lo tanto, es de importancia capital destacar que no es suficiente la promulgación de leyes como la 755, sino también invertir para la construcción de plantas de gestión de residuos. Así como tampoco basta con firmar compromisos y fijar metas que son muy difíciles de cumplir sin el apoyo de organismos internacionales y el trabajo coordinado con otros entes locales como universidades, organismos no gubernamentales o empresas.
En ese marco, ¿la creación de nuevas leyes relacionadas al medio ambiente será una solución?, ¿la Defensoría de la Madre Tierra realmente logrará solucionar la crisis medioambiental?
Ciertamente, las problemáticas medio ambientales de Bolivia no se solucionarán con el recojo de basura en los lagos o ríos, ni tampoco con discursos, sino con la acción combinada de estas acciones y otras políticas públicas valiosas como la educación, el incentivo a empresas que aportan al cuidado de la Madre Tierra, más inversión para proyectos destinados a la preservación y gestión de la Pachamama y sus recursos.
Asimismo, se necesita que en los hogares , todos los miembros de la familia puedan aportar con pequeños actos que se convierten en grandes actos.
En conclusión, la Madre Tierra nos está hablando y su mensaje nos exhorta a la profunda reflexión sobre nuestras decisiones como actores políticos y ciudadanos. Pensemos, por ejemplo, en los incendios forestales de los últimos años, la pérdida de área boscosa, la intensificación de eventos climáticos extremos (como inundaciones o granizos) y la pérdida de la biodiversidad. Las consecuencias de estos conflictos son innumerables, pero se subraya la reducción de rendimientos agrícolas, el aumento de las familias desprotegidas y la intensificación de la pobreza que afecta, en particular, a los grupos más vulnerables.
Autor: Carlos Andrés Torrico Monzón