Lo que comenzó como una misión de 10 días se convirtió en una experiencia de 286 días en el espacio. Los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams regresaron a la Tierra después de permanecer en la Estación Espacial Internacional (ISS), enfrentando los efectos extremos de la microgravedad en sus cuerpos.
La ingravidez prolongada tiene un impacto significativo en la salud. «Los astronautas pierden hasta un 1% de densidad ósea por mes», explica un estudio de la NASA. Esta pérdida equivale a décadas de envejecimiento en la Tierra y aumenta el riesgo de fracturas. Para combatirlo, en la ISS los tripulantes realizan dos horas diarias de ejercicios físicos, aunque no es suficiente para evitar el deterioro.
El sistema cardiovascular también se ve afectado. En el espacio, los fluidos corporales se redistribuyen hacia la cabeza, lo que provoca hinchazón facial y reducción del volumen sanguíneo. «El corazón puede adelgazar sus paredes musculares, lo que causa mareos y desmayos al regresar a la gravedad terrestre», señala la NASA.
Otro problema frecuente es el Síndrome Neuro-Ocular Asociado a los Vuelos Espaciales (SANS). «Más del 70% de los astronautas han sufrido alteraciones en la visión», debido a la presión intracraneal que deforma los globos oculares. El astronauta Scott Kelly, tras un año en el espacio, desarrolló edema del nervio óptico y cambios en la retina.
Además de los efectos físicos, el encierro y la incertidumbre afectaron la salud mental de Wilmore y Williams. La hija de Wilmore mencionó que la extensión de la misión generó estrés en la tripulación, ya que su regreso fue postergado varias veces por fallas técnicas en la nave Starliner.
La exposición a la radiación cósmica es otro riesgo. Aunque la ISS está protegida en gran medida, los astronautas acumulan una dosis de radiación que, en viajes a Marte, podría representar un problema mayor. «La radiación puede dañar células y aumentar el riesgo de cáncer a largo plazo», advierten expertos.
A pesar de todos estos efectos, la buena noticia es que la mayoría de los cambios son reversibles. Se espera que Wilmore y Williams sigan un programa de rehabilitación de 45 días para recuperar fuerza y equilibrio. «El 95% de los astronautas vuelven a la normalidad semanas después de su regreso», indica la NASA.
Aun con estos desafíos, los astronautas siguen dispuestos a volver al espacio. «Es nuestro trabajo y nuestra pasión», han dicho en más de una ocasión. Y aunque no cobren horas extras, la experiencia de flotar en la inmensidad del universo parece valer cada sacrificio.

