Los ambientes de la Escuela Nacional de Salud en la ciudad de La Paz se llenaron de jóvenes mayores de 18 años este domingo, muchos estuvieron acompañados de sus padres y abuelos a quienes convencieron de hacerse vacunar contra el COVID-19, informó Hilda Ramos responsable en ese punto de inmunización.
“Con la ampliación de la edad (de vacunación, establecida por el gobierno) se vio mayor afluencia de personas jóvenes mayores de 18 años. También se ha visto que ellos mismos traen a sus papás (y mamás), todavía aun personas mayores de 50 a 60 años”, dijo Ramos. “Los han convencido para que se vacunen, y aquí están juntos a sus padres, madres”, acotó.
Consultada sobre qué cantidad de jóvenes existen por cada diez personas vacunadas y en qué rango de edades se encuentran, la funcionaria de salud dijo que, “hay mucha demanda (de vacunas) de parte de los jóvenes, ocho de cada diez vacunados son jóvenes, están entre los 18 a 25 años”.
El plan boliviano de inmunización con la vacuna contra la COVID-19 establece como principios una vacunación universal, gratuita, equitativa y voluntaria de todos los bolivianos de 18 años y más.
Para lograr este fin no solo se adquirieron lotes de vacunas de manera bilateral sino que Bolivia accedió al Mecanismo COVAX para obtener vacunas seguras y eficaces que cumplan con las normas internacionales y de la Autoridad Regulatoria Nacional. El país ya recibió 421.050 dosis de vacunas a través de esa vía.
Amor a la familia
Cuatro jóvenes entrevistados en la Escuela Nacional de Salud coincidieron en señalar que acudieron con urgencia a hacerse vacunar porque consideran que es su deber y responsabilidad proteger a los miembros de sus familias, sobre todo a personas de la tercera edad, como sus abuelos o padres y también a sus hermanos menores.
La segunda razón que tienen es que desean retomar mejor sus estudios universitarios sobre todo o trabajar sintiéndose más seguros estando vacunados, sensación que no será plena, explicaron, hasta recibir la segunda dosis de la vacuna, dijeron los entrevistados.
“La razón por la que quiero vacunarme es para protegerme a mí y proteger a mi familia. También para poder viajar, poder cumplir con mis estudios, ir al hospital a hacer prácticas”, explicó Isabel Ayarde de 18 años, que además, es estudiante de medicina y destaca por su gran estatura y sus redondas gafas.
“Me voy a sentir más segura después de la segunda dosis”, añadió que debido a la pandemia se abstuvo de participar en actividades sociales, ver a sus amigos e incluso a familiares. Ahora que está inmunizada recomendó a otros jóvenes que se hagan vacunar porque es una medida de prevención, “tal vez no evita el contagio pero si es una manera más segura de vivir en esta pandemia”.
Gabriela Mamani de 25 años, quien está a punto de titularse como Administradora de Empresas, señaló que quiere dar ejemplo a otros jóvenes de que hay cuidar a la familia, en su caso, indicó que su madre es de la tercera edad; “entonces hay que precautelar la salud de mi mamá, somos siete hermanos y hemos decidido vacunarnos, cinco ya lo están yo soy la sexta, falta que llegue un hermano del Beni para esto”, precisó.
“Hay muchas personas de la tercera edad, o de otras generaciones que no están convencidos de la vacuna, o no están comprendiendo su valor, hay que motivarlos a que precautelen la salud de su familia”, reflexionó.
Erlan Sotes, de 21 años, estudia ingeniería electrónica en la UMSA y vive en Villa Fátima e hizo fila para hacerse vacunar durante cuatro horas, desde las 08.00 hasta pasado el mediodía, sin embargo, no se mostró molesto ni cansado. Él es de contextura muy delgada, cuando le pusieron en el brazo el tensiómetro para registrar su presión, los funcionarios de salud bromearon porque el brazalete o tela del mismo casi daba tres vueltas en el brazo del muchacho.
“Yo les dije que vengan al centro de vacunación y ellos me animaron a que venga primero (…) A los jóvenes les digo vengan a vacunarse, no crean nada de lo que les dicen (de efectos negativos de la vacuna) es necesario”, concluyó.
Álvaro Aguirre de 25 años es estudiante de gastronomía y también trabaja en un banco, indicó que en el oficio que eligió no es lo mismo pasar clases on line, porque es necesaria la interacción personal para aprender a cocinar, “vemos videos, puedo grabar la clase, pero la práctica es lo que me complica”, explicó. Lo propio sucede en su trabajo, ya que debido a las medidas de bioseguridad que cumplir las actividades toman más tiempo y demoran.
“Voy a hacerme vacunar para protegerme y a mis familiares, tenemos niños pequeños en casa y a mis abuelitos, esto me preocupa mucho”, mencionó el joven quien se mostró parco pero no ocultó su prisa por recibir pronto la vacuna.
No suspender medidas de bioseguridad
Ramos, explicó que si bien la vacuna generará anticuerpos con los cuales se podrá tener mejor respuesta inmune para enfrenta la COVID-19, eso no significa que evite el contagio de la enfermedad, pero sí “evita que lleguemos a terapia intensiva”.
Por eso exhorto a toda la población a mantener los hábitos de lavado de manos, uso correcto del barbijo y distanciamiento social, “las medidas de bioseguridad, no quedan atrás”.
Finalmente, pidió a los jóvenes que acudan a los centros de vacunación, que no consideren relevante dónde se elaboraron las vacunas, “cualquier vacuna es la mejor porque es una oportunidad, una esperanza de vida que tenemos nosotros y nuestras familias”.