En medio de una nueva ola de ataques rusos, que en los últimos 10 días han cobrado la vida de 47 civiles en Ucrania, el presidente Volodímir Zelensky enfrentó una dura reprimenda por parte del presidente estadounidense Donald Trump y su vicepresidente JD Vance. Durante una reunión en la Casa Blanca, el mandatario ucraniano fue cuestionado por no mostrar suficiente gratitud por la asistencia de Estados Unidos, lo que dejó a Kiev en una posición incierta respecto a su principal aliado.
En redes sociales, militares ucranianos expresaron su indignación, asegurando que preferían «morir de pie antes que rogar de rodillas». Mientras tanto, funcionarios en Kiev mostraron solidaridad con Zelensky, pero la incertidumbre creció ante el riesgo de perder el respaldo estadounidense en plena guerra.
Según fuentes estadounidenses, la presión recae ahora sobre Zelensky para arreglar la situación, mientras figuras como el senador Lindsey Graham sugieren que, si no logra recomponer la relación con Trump, debería considerar dar un paso al costado. Estas declaraciones han generado inquietud en Europa, donde el futuro del apoyo a Ucrania sigue en duda.
El objetivo de Zelensky en la reunión era cerrar un acuerdo clave sobre minerales estratégicos, pero la discusión tomó un giro inesperado. Según informes, Vance, quien rara vez interviene en reuniones internacionales de Trump, fue quien desató el conflicto. «Zelensky no tiene cartas en la mesa», afirmó Trump, a lo que el líder ucraniano respondió: «No estoy jugando cartas», resaltando la gravedad del conflicto.
La diferencia entre ambas partes es evidente: para Ucrania, la guerra es una cuestión de supervivencia, con miles de ciudadanos muertos y ciudades devastadas; para Trump y su equipo, es un tema de estrategia y transacciones políticas. La insistencia en exigir reconocimiento por la ayuda brindada ha sido vista como una muestra de arrogancia por parte de la administración del presidente de EEUU.
«No estás actuando con suficiente agradecimiento, y eso no es bueno», reprochó Trump a Zelensky, ignorando los miles de ucranianos caídos en combate y la resistencia que ha sostenido el país. A pesar de la tensión, el presidente ucraniano declaró a Fox News que no considera necesario pedir disculpas, aunque confía en que la relación con Estados Unidos pueda recomponerse.
Ni Trump ni Vance han experimentado la guerra de cerca, pero aun así intentaron dar lecciones sobre la paz a un país que lleva tres años bajo bombardeo. La actitud de la administración republicana refleja una desconexión con la realidad del conflicto, priorizando la política interna sobre la defensa de la democracia en Europa.
El futuro de Ucrania se torna incierto. Zelensky enfrenta el desafío de reparar la relación con Estados Unidos, resistir sin su ayuda o dar un paso al costado, lo que podría provocar inestabilidad en Kiev y en el frente de batalla. Mientras Europa observa con preocupación, los ucranianos siguen luchando, demostrando que, a pesar de la presión extranjera, su dignidad sigue intacta. «Si Rusia no ha podido destruirla, ¿por qué cree Estados Unidos que puede hacerlo?», expresó un ciudadano en Kiev.