Fraude. Mucho se ha usado esa palabra en Bolivia y el mundo en este temporal electoral. En algunos casos las pruebas fueron irrefutables como octubre 2019, cuando la OEA evidenció ente otras irregularidades, la existencia de un servidor externo que a partir de la paralización del TREP comenzó a cambiar la tendencia de votos para establecer exactos diez puntos de ventaja para la reelección del tirano, que se proclamaba vencedor en primera vuelta esa misma noche.
Otros fraudes no fueron aceptados, como en EEUU, que usó el voto electrónico en pandemia y con ello cambió la tendencia que le daba la victoria a Trump. Es decir, ganó en cancha y perdió por boletas que tenían otro resultado. El tiempo y las apelaciones no acompañaron al republicano y menos los medios globalistas que históricamente ya habían tenido que recular dos veces en sus proyecciones históricas al declarar a un candidato como «presidente electo de EEUU». La tercera no llegó en este caso.
Las subnacionales bolivianas fueron otra palestra para hablar de fraude por aquí y por allá. Los derrotados siempre acudirán a aquello, casi como lo hacen con las encuestas quienes se sienten perdedores anticipados.
Sin embargo, poco se pudo probar e incluso hubo desinformación al hablar de casos puntuales como San Pedro de Macha, donde el masismo ganó con 100%, no por fraude sino porque el candidato quedó habilitado solo y sin competencia en ese municipio de reciente creación. Por tanto, no hubo fraude como trataron de especular algunos medios desinformados.
Empero, lo que pasa en Sucre es otra grosera manipulación que quedará en la vergonzosa historia del llamado Órgano Electoral Plurinacional, que ya actuó con dolo en 2015 para favorecer al masismo. Los mismos vocales lo reconocieron en el caso Urquizu vs Condori, que debían ir a balotaje, pero dijeron que por una descoordinación ya se aplicó el principio de precisión y nada más se podía hacer.
Hoy, nuevamente, los vocales atentan contra la voluntad de la ciudadanía sucrense y le roban la Alcaldía a favor del MAS. Es que ya parece reiterativo hablar de «fraude, favorecer, masismo».
Ante la presión social, los vocales departamentales cedieron para repetir la votación en tres mesas por existir tres actas observadas. Pero de la forma más descarada y con interpretaciones que salen fuera de la misma norma electoral, los vocales nacionales deciden que la votación debe ser «diferenciada», dos mesas votarán por la franja de concejales y solo una repetirá por la franja de alcalde, cuando el acta electoral es un documento único e indivisible.
«Es que cada franja tiene vida propia», dijo un trasnochado vocal. Otro de esos «notables» que fue propuesto junto a Romero para lavar la cara del anterior TSE, mejor conocido como «Pankarita y su pandilla».
El masismo se vuelve a beneficiar y logra por 300 votos la Alcaldía de Sucre. Casi se ve como un premio a la delincuencia organizada y para darle al masismo su segundo municipio capital de diez, incluyendo a El Alto. Sin Sucre como regalo del vulgar TSE, el masismo solo tendría a Oruro en la bolsa (pobres orureños, 16 años votando por el partido azul) y nueve capitales perdidas y cedidas a la «nueva» oposición. Acá concuerdo plenamente con Poppe y les digo malnacidos a los que se burlan cada vez y con mayor descaro del voto ciudadano.
La normativa, la ley y los reglamentos electorales en Bolivia, desde la CPE, Ley 026 y LOP, se manipulan e interpretan al gusto del cliente, y casualmente, el cliente favorito del TSE es el masismo delincuente…
Autor: Iván Rada