La cruzada rusa para mantener a Bachar al Asad en el poder en Siria ha colapsado, dejando a Vladímir Putin ante su mayor revés geopolítico. La llegada de Al Asad a Moscú el domingo, donde busca asilo, evidencia un desastre diplomático con implicaciones profundas para la política exterior rusa.
«Lo ocurrido sorprendió a todo el mundo, y nosotros no somos la excepción,» admitió Dmitri Peskov, portavoz presidencial, en su rueda de prensa. Esta situación plantea un grave riesgo para las bases militares rusas en Siria, clave para su influencia en la región.
El control ruso sobre Siria se ha debilitado tras años de intervención. “Sin fuerzas regulares en el terreno, Moscú confió en mercenarios que han perdido fuerza desde la muerte de Yevgueni Prigozhin,” señalaron analistas militares. La caída de Asad, en menos de dos semanas, deja a Rusia en una posición vulnerable frente a actores como Turquía e Irán.
La pérdida de influencia no es solo regional. Según expertos, “la inestabilidad en Siria refleja la incapacidad del Kremlin de gestionar múltiples frentes, agravada por la prolongada guerra en Ucrania.” El desgaste militar y económico de Rusia se hace evidente en su política exterior, considerada ahora más retórica que efectiva.
En un intento desesperado por mantener sus posiciones estratégicas, Moscú ha iniciado contactos con las facciones rebeldes para evitar ataques contra sus bases. Sin embargo, los resultados son inciertos. «En todo caso, será objeto de discusión con quienes estén en el poder en Siria,” explicó Peskov.
Las bases militares rusas en Siria, como Jmeimim y Tartus, representan inversiones multimillonarias desde 2012. Su posible cierre no solo sería un golpe logístico, sino también simbólico, afectando la capacidad operativa de la flota rusa en el Mediterráneo.
La caída de Asad no solo debilita la narrativa rusa como abanderada de un nuevo orden multipolar, sino que evidencia su incapacidad para contrarrestar amenazas como la yihadista en la región y en su propio territorio. El atentado de marzo, con 145 muertos cerca de Moscú, subraya la fragilidad del Kremlin.
Mientras tanto, las miradas se centran en las futuras negociaciones internacionales. La debilidad de Putin, marcada por fracasos en Siria y Ucrania, plantea dudas sobre su capacidad para mantener a Rusia como un actor relevante en la política global.