El Ejército estadounidense ha destruido Eagle Base (Base Águila), el último centro de operaciones avanzadas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)en Afganistán, en lo que se trata de los últimos coletazos de la salida definitiva de las fuerzas del país norteamericano que culminará dentro de tres días.
La detonación controlada de la base, próxima al aeropuerto de la capital afgana, Kabul, ocurrió el jueves, poco después del atentado perpetrado allí por Estado Islámico – Provincia de Jorasán que costó las vidas de 170 personas, entre ellas 13 militares estadounidenses, aunque las fuentes del diario ‘The New York Times’ han querido puntualizar que la voladura estaba programada de antemano y no guarda relación con el ataque.
La operación fue realizada para impedir que la información que albergaba esta antigua fábrica de ladrillos, después centro de entrenamiento de la Inteligencia antiterrorista afgana, no cayera en manos de los talibán, que reconquistaron el país el pasado 15 de febrero.
Estas fuerzas antiterroristas fueron las únicas que combatieron a los talibán durante la fulgurante ofensiva insurgente que les llevó a recuperar el país en cuestión de días. «Eran excepcionales, el principal instrumento del Gobierno afgano para contener a los talibán durante estos últimos 20 años y padecieron muchísimas bajas durante esos días», lamenta al diario el exoficial de la CIA Mick Mulroy.
El complejo era casi desconocido para los afganos y estaba rodeado de extremas medidas de seguridad, con muros de siete metros y una pesada puerta de metal blindado. Allí se tiene constancia de un asesinato extrajudicial, el de un prisionero identificado como Gul Ramán, que murió de frío después de que un oficial le quitara la ropa.
Una junta disciplinaria de la CIA dictaminó la apertura de un expediente pero la decisión fue finalmente anulada.