La desaparición de Fisher Rodrigo Gutiérrez, de 14 años, tuvo un trágico desenlace este viernes 2 de mayo, cuando su cuerpo fue hallado sin vida en una quebrada cercana al río Penitencia, en Villazón (Potosí), tras más de un mes de búsqueda. Su familia denuncia que fue asesinado y utilizado como parte de un ritual.
El padre del menor aseguró entre lágrimas que su hijo fue víctima de un sacrificio. “A mi hijo lo han utilizado para ofrenda, no sé para qué. Había dos k’oas bien preparadas, un ala de gallina, cigarros fumados, un hilo blanco rodeando su falda, y un aguayo”, declaró públicamente. El caso ha conmocionado a la región fronteriza.
Según el relato familiar, el hallazgo del cuerpo no fue posible gracias a las autoridades, sino al esfuerzo de los propios parientes. “La Policía y la Fiscalía nos dejaron solos, no participaron en la búsqueda y ocultaron informes importantes”, reprochó la familia, que ahora exige una investigación seria y transparente.
El padre de Fisher descartó de forma rotunda que la muerte haya sido accidental. “No hay señales de caída ni de ahorcamiento. Su ropa estaba intacta y no tenía golpes evidentes. Lo mataron y lo dejaron ahí”, insistió. Además, cuestionan la actitud de los investigadores, que no han interrogado a un adolescente clave en el caso.
La familia también alertó sobre una posible vinculación con tráfico de órganos, ya que el sábado —día posterior al hallazgo— no había médico forense en Villazón y se les pidió trasladar el cuerpo hasta Tupiza, situación que consideran irregular y preocupante.
Una de las principales críticas se dirige hacia la falta de acción institucional en un caso que pudo haberse resuelto antes. La madre del menor anunció que viajará a La Paz para exigir justicia y atención nacional. “No nos vamos a quedar callados. Queremos saber quiénes hicieron esto y por qué”, expresó con indignación.
En redes sociales y medios locales, el caso ha generado una ola de solidaridad con la familia, pero también un fuerte cuestionamiento a las instituciones responsables. Vecinos y activistas exigen respuestas inmediatas y una investigación independiente que no descarte ninguna hipótesis.
El caso de Fisher Gutiérrez se ha convertido en un símbolo de abandono institucional y dolor social. La familia clama por justicia mientras la población de Villazón enfrenta el miedo y la incertidumbre por un crimen que, hasta ahora, no tiene responsables ni claridad.