Las ranas acuáticas o Telmatobius peruvianus, tienen un indudable valor cultural en nuestra sociedad, sobre todas las especies acuáticas de la región andina, que son usadas desde tiempos inmemoriales para fines medicinales. Sin embargo, hoy sufren una dramática disminución de sus poblaciones, por lo que requieren estar protegidas ante las crecientes amenazas que ponen en riesgo su conservación.
Entre las principales amenazas para estas especies emblemáticas de nuestra fauna se encuentra la contaminación de los cuerpos de agua donde habitan, ante la cual son muy vulnerables. Esta contaminación es causada por pesticidas, desechos urbanos, relaves con metales pesados producto de la minería, y aguas servidas urbanas.
Otro factor que amenaza seriamente su supervivencia es el tráfico ilegal. Una de las especies de ranas acuáticas más traficada es la rana gigante del lago Titicaca. Solo en el 2019, alrededor de 5000 ranas fueron decomisadas por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre de Perú (Serfor). Estas ranas estaban destinadas al consumo en mercados como jugos o licuados, ya que estos preparados son considerados como cura para varias enfermedades sin ningún sustento científico que así lo demuestre.
Otra amenaza para las ranas acuáticas es la pérdida de hábitat. Un caso así pasó con la ranita del Loa, en Chile, cuyos últimos 14 individuos estaban siendo afectados por la extracción de agua para la minería y la agricultura y por el desarrollo inmobiliario.
Finalmente, una causa de la reducción de las poblaciones de estas especies son las enfermedades en gran medida favorecidas por el cambio climático, como la quitridiomicosis, sobre todo en las especies que habitan en bosques nublados, como la rana acuática Telmatobius edaphonastes.
Para esta efeméride ambiental se tomó en cuenta la fecha del 1 de abril de 1831, cuando el naturalista prusiano F. J. F. Meyen se encontraba acampando en una cueva en Palca (Perú) y escuchó el canto de la primera rana acuática andina colectada en la historia. Este primer individuo luego fue utilizado por A. F. A. Wiegmann para describir a la rana acuática de Perú (Telmatobius peruvianus) en 1834 y 1835.
La idea de crear un día internacional comenzó con el arribo de ranas gigantes del lago Titicaca a más de 10 zoológicos en Europa y su interés en apoyar su conservación in situ.
A pesar de los esfuerzos que existen por parte de varias instituciones que promueven la conservación de las ranas acuáticas andinas, el declive de sus poblaciones continúa imparable. Los expertos coinciden en que se debe impulsar más investigaciones en este grupo, para conocer mejor los factores de riesgo, y se debe incrementar los esfuerzos conjuntos para su conservación.
Las ranas acuáticas y semiacuáticas del género Telmatobius (Anura: Telmatobiidae) se encuentran distribuidas a lo largo de las regiones montañosas andinas y extra andinas de América del Sur (Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú).
El rango de distribución de estas especies, si bien geográficamente extenso, a nivel local es restringido a hábitats locales muy concretos. Por ejemplo, la rana acuática gigante (Telmatobius gigas), categorizada en peligro de extinción, solo ha sido observada en algunos cuerpos de agua en la serranía de Huayllamarca en Bolivia; y la críticamente amenaza rana acuática de Salta (Telmatobius atacamensis), solo se conoce en dos localidades a 3800 metros de altitud en Argentina.
Actualmente, diversas instituciones e iniciativas están promoviendo la conservación de estas especies: entre ellas destacan la ONG Grupo Rana, Denver Zoo, la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Amphibian Survival Alliance (ASA), Asociación Peruana Fotea para Conservar, IUCN SSC Amphibian Specialist Group (ASG), Asociación Pro Fauna Silvestre de Ayacucho, Reserva Nacional de Junín – SERNANP, Centro de Investigación y Conservación de Anfibios Amenazados de Bolivia (Kayra) y Global Wildlife Conservation, publicó el periódico peruano Perú 21.
Conservación
En Bolivia una de las expertas que estudió a esta especie la bióloga María Esther Pérez Bejar, en el resumen de su texto “Cría en cautividad y uso sostenible de la rana gigante del lago Titicaca(Telmatobius culeus)”, describe como entre febrero de 2001 y enero de 2002 se realizaron estudios orientados a la conservación dela rana gigante del lago Titicaca (Telmatobius culeus), “especie endémica amenazada por el comercio ilegal”.
Para ello afirma que fueron realizados ensayos de cría en diversos ambientes. Para ello se construyeron estanques de tierra cerca de la orilla del lago, y una jaula y un cerco de confinamiento en el interior del lago. La respuesta alimenticia en adultos fue estudiada utilizando alimento natural. Se colocaron ranas enacuarios, a las que se alimentó con organismos vivos (caracoles, alevines de Orestias, anfípodos y lombrices).
Describe que, “en los estanques, la jaula y el cerco, las ranas recibieron una dieta que combinaba estos alimentos. Las larvas capturadas del lago fueron alimentadas con zooplancton, larvas de insectos y lombrices de tierra en acuarios. Los ambientes donde las ranas incrementaron el peso en un tiempo menor fueron la jaula y el cerco dentro del lago. En los acuarios la respuesta alimenticia fue significativamente mayor para alevines. Se lograron intentos de desoves al quinto mes y, aunque no se obtuvieron renacuajos durante la cría en cautividad, existen indicios que sugieren que la metamorfosis concluye a los cuatro meses. Este estudio realizado en cautividad es el inicio para diseñar un plan de conservación y manejo de la rana gigante, en el que la participación de las comunidades locales cercanas al lago es esencial”.