Por Walter Pérez
La participación de los equipos bolivianos en la esfera de campeonatos internacionales en los últimos años es una verdadera pena. Así lo apreciamos quienes somos amantes del fútbol tras ver los partidos donde nuestros representantes que aún están en competencia en la Copa Libertadores de América, Wiltermann y Bolívar respectivamente lo demostraron.
De los dos, el que mejor expuso juego de conjunto, a pesar de los seis meses de estar paralizados sin prácticas, fue el equipo cochabambino que demostró que con un poco de más de empuje puede salvar con honores esta nueva fase del torneo internacional.
El que realmente decepcionó, y así debieron sentirlo sus simpatizantes fue el equipo de Bolívar que frente al Palmeiras (Brasil) jugó peor que un equipo de barrio (con las disculpas a los torneos barriales).
Los jugadores, muchos de ellos, pasados de peso, no podían controlar el balón, parecía que nunca habían jugado al fútbol, faltos de sincronización, no se vio juego de conjunto, deficiente preparación física y para falta no hubo alguien que se ponga el equipo al hombro y empuje a sus compañeros al arco contrario.
El equipo más caro del balompié boliviano, fue la más grande decepción. Los dirigentes deberían pensarlo muy bien antes de quedar en ridículo, porque fue eso.
Los ocasionales rivales que visitan Bolivia (en especial La Paz) nos han faltado el respeto. Los técnicos y jugadores no se dan cuenta que jugar a más de tres mil meros si es una ventaja que no saben explotarla, por el contrario, los visitantes juegan mejor y nos dan grandes lecciones que no las sabemos aprovechar.
Lo visto entre martes y miércoles de la semana pasada fue lo pobre y poco competitivo que es nuestro fútbol. Hasta cuándo, no sabemos quienes amamos este deporte. Lo cierto es que mientras los dirigentes estén en peleas internas y sigan con esquemas antiguos y no den cabida a las nuevas generaciones y talentos seguiremos mirando la tabla desde el fondo.
Los jugadores bolivianos debieron haber visto los otros partidos, como el que jugaron Independiente del Valle y el último campeón Flamengo, que se recibió una goleada de proporciones (5-0). Los artífices jóvenes jugadores colombianos que salieron a divertirse con el balón y al parecer no sufrieron como los nuestros.
Interesantes partidos, donde jugadores argentinos, colombianos, ecuatorianos, venezolanos, brasileros, paraguayos, peruanos y uruguayos demostraron que el receso al parecer los motivó para irse a comer la cancha y tener hambre de triunfo, porque no dejaban balón quieto, corrieron todo el tiempo y expusieron juego de conjunto como debe ser el fútbol.
Hasta cuándo esperaremos para que nuestros equipos sean realmente competitivos y temidos en el exterior, no se sabe. Lo cierto es que mientras no se cambie la mentalidad de jugar por cumplir, continuaremos en el fondo y seremos siempre la cenicienta de los toreos donde participan nuestros equipos.