Las elecciones presidenciales de 2025 en Bolivia se perfilan con liderazgos poco renovados en la oposición y una fractura interna en el Movimiento al Socialismo (MAS). La contienda, prevista para agosto, podría marcar un punto de inflexión tras dos décadas de hegemonía del partido oficialista.
El analista político Paul Coca calificó el contexto como “el mejor momento para que la oposición tenga una situación de victoria” frente al MAS. Sin embargo, la principal carta opositora sigue siendo un bloque liderado por figuras tradicionales como los expresidentes Jorge “Tuto” Quiroga y Carlos Mesa, el empresario Samuel Doria Medina, y el gobernador detenido de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho.
Además de este grupo, otros líderes como el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, el exdirigente cívico Branko Marinkovic y el pastor evangélico Chi Hyun Chung también han manifestado su intención de postularse. “Las alternativas en ambos bandos muestran liderazgos que superan los 25 años de actividad política,” destacó Coca, señalando la ausencia de figuras nuevas con peso suficiente para competir.
En el oficialismo, la división interna entre el presidente Luis Arce y el líder histórico Evo Morales se ha intensificado. Morales, apartado del liderazgo del MAS tras casi tres décadas, podría lanzar su candidatura con otra sigla. “Evo Morales sostiene que la Constitución lo habilita, aunque un dictamen limita la reelección a una sola vez,” explicó Coca.
Por su parte, Arce, quien fue ministro de Economía durante gran parte del mandato de Morales, aún no ha confirmado si buscará la reelección. Sin embargo, Morales ha insinuado que el mandatario intentará continuar en el cargo, profundizando la pugna por el control del MAS y del Ejecutivo.
Entre los postulantes opositores, las trayectorias políticas son igualmente largas. Quiroga ha sido candidato presidencial en varias ocasiones desde 2005; Mesa se presentó en los comicios de 2019 y 2020; y Doria Medina ha competido como candidato presidencial o vicepresidencial en múltiples elecciones desde 1997.
La falta de renovación no solo es evidente en la oposición, sino también en el oficialismo, donde el desgaste de los liderazgos históricos y los conflictos internos podrían abrir un espacio para nuevas propuestas, si es que surgen. No obstante, el analista Coca señaló que los políticos tradicionales tienen la ventaja de controlar recursos, partidos y territorio, algo que los nuevos liderazgos no poseen.
Con este panorama, las elecciones de 2025 se presentan como un escenario donde, pese a las oportunidades para el cambio, los liderazgos históricos seguirán dominando el debate político, en un contexto marcado por la división y la falta de renovación.