Lejos quedó aquel año cuando un joven de pelo largo y barba se aproximó hasta radio Cristal para solicitar un espacio. Con el tiempo el programa que conducía fue uno de los más prestigiosos de la radiodifusión porque junto a él participaron personalidades en el ámbito del periodismo.
Tras varios años de forjar su imagen, un nuevo salto, esta vez a la televisión donde creó un sólido equipo de prensa que luego se convirtió en una prestigiosa empresa de comunicación y que cambió la forma de hacer noticia; porque en esos años quién no esperaba el informativo de la noche para escuchar su comentario. Fue la vox populi de la época.
Todo este deslumbrante recorrido profesional dio un brinco sin retorno a la política. Eran meses previos a las elecciones de 2002 cuando la noticia obligó a colocar grandilocuentes titulares. Sería el acompañante de uno de los prolijos políticos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), gestor del proceso de la capitalización a finales de siglo y prominente empresario minero.
Como muchos dicen la política es un camino sin retorno, porque cuando asume realizar esa actividad no tiene derecho a equivocarse.
Lamentablemente para este nuestro personaje, los sucesos de febrero (2003) cuando militares y policías se mataron en plena Plaza Murillo a consecuencia de un impuesto que se pretendía cargar a los trabajadores fue el preámbulo de lo que ocurriría meses después, cuando la intención de exportar gas a los Estados Unidos a través de puertos chilenos fue el detonante para que todo un municipio como El Alto se levante y entregue la vida de muchos de sus vecinos para evitar este negocio, protesta que fue reprimida y dejó a más de 60 personas fallecidas y unos 400 heridos.
El resultado, la renuncia de Gonzalo Sánchez de Lozada a la presidencia y en su lugar se quedó nuestro elocuente personaje, Carlos Mesa, en el cargo, que no pudo controlarlo, primero porque no tenía apoyo en el entonces Congreso Nacional y otro porque no es político. Su gestión fue un fracaso y su postura política marcada en favor de las grandes empresas por eso no promulgó la Ley de Hidrocarburos.
El lado oscuro, fue que no asumió parte de su responsabilidad en los sucesos de octubre 2003, cuando los familiares de las víctimas de esa masacre lo sugirieron como testigo contra Sánchez de Lozada procesado en los Estados Unidos, él remitió su declaración en un soporte digital y un ejemplar de su libro Presidencia Sitiada, donde dice explicar su participación y abandonó a las víctimas.
Cuando su afán de llegar al poder nuevamente surge no pudo responder sobre el millón de dólares que le entregó Sánchez de Lozada para ser su acompañante; luego se dieron las elecciones del 20 de octubre de 2019 que terminó en un escándalo de acusaciones sobre un presunto fraude que no fueron demostrados.
Pero Mesa fue nuevamente protagonista de lo que ocurrió días después cuando oficinas electorales fueron quemadas y ante el rechazo al nuevo gobierno impuesto salió la gante, y fue reprimida, el saldo más de 30 muertos y al menos 400 heridos.
En ambos casos nuestro personaje protagonista se olvidó de su responsabilidad y para colmo luego de perder en las últimas elecciones y ser principal opositor sale a los medios de comunicación con una propuesta de hacer sana sana y dejar en cuenta cero la investigación por las muertes de noviembre de 2019 y en respuesta al accionar de las autoridades judiciales cuando detienen a la expresidenta de facto Jeanine Áñez para que responda por los muertos de Senkata, Sacaba y el Palomar.
Tanto en 2003 y 2019 Carlos Mesa tuvo participación y no asume su responsabilidad. Eso dicen los antecedentes y esa es su trayectoria en la política de aquél joven de pelo largo.
Autor: Walter Pérez B.