La prohibición de la Marcha Cívica por el Cambio, convocada para el venidero 15 de noviembre en La Habana y otras capitales, provinciales del país, ha provocado un rechazo general que tiene a las autoridades como a ratas acorraladas contra la pared de la opinión pública nacional y extranjera. En su defensa, afilan sus mecanismos de propaganda y activan los métodos de coerción, control y represión para revertir otra acción arbitraria que se les va de las manos.
A través de los noticiarios televisivos y radiales, programas especializados, editoriales y el resto de la parafernalia informativa cubana —todos en poder del Estado— se desata una cacería de brujas contra los organizadores del evento y se demonizan actos, linchan argumentos y convierten en provocadores, subversivos, lacayos y terroristas a profesionales, artistas y opositores pacíficos.
Voceros, oportunistas, tracatanes, coaccionados, cobardes y demás alimañas políticas de la fauna revolucionaria enseñan en los medios sus entrañas de intolerancia cuartelaria, con el patético fin de conservar su empleo y otras migajas. Uno de los escenarios televisivos habituales para el “análisis” —sesgado— de los acontecimientos políticos que laceran la pudibundez, el glamour y la firmeza de una revolución prostituida, desaliñada y temblequeante es el programa Con Filo.
“Concebido como ´un espacio para mostrar con todos sus matices las noticias, los hechos, las matrices de opinión que circulan en los medios y en las redes sociales sobre la realidad cubana´, Con Filo es todo lo contrario a lo que dice su presentador. Convertido en un nuevo escenario donde predomina el matiz gubernamental, el programa de marras tergiversa noticias, descontextualiza hechos e impone la opinión oficial valiéndose de ardides y sofismas en su misión de desinformar.
Para ponerse a tono con la versión oficial sobre las razones para prohibir la marcha contra la violencia organizada en la capital cubana por el dramaturgo Yunior García Aguilera y el Grupo Archipiélago, el conductor de Con Filo, Michel Torres Corona, torció hasta lo indecible el propósito de la solicitud y trajo por los pelos hechos y personajes diversos para criminalizar el derecho a marchar.
En su penosa función de tergiversar la realidad para beneficio del régimen, esta especie de talibán mediático formado en la exclusiva escuela de cínicos que adoctrina el partido para defender la “pureza” de su revolución, transformó al joven Luis Denis García —detenido y encarcelado en el Boulevard de San Rafael por portar un cartel en apoyo a los huelguistas del Movimiento San Isidro— en un miembro del supuesto grupo terrorista Lobos solitarios y en detonante de la manifestación.
En cuanto a Yunior García Aguilera, si bien le ponderó su talento y carisma, también le cuestionó su presencia en un taller sobre la revolución en Madrid, hecho que de facto lo convirtió en un simple conspirador que pretende alterar la tranquilidad ciudadana y cambiar el régimen social del país. Todo esto expresado en un tono cínico e ínfulas de dios Jano de plastilina paseándose por el filo de las amuralladas razones del poder. Otro pobre Rey sin corona desnudo ante la repulsa popular.
Como si fuera poco, este clonado vocero presume de tener a mano toda la verdad sobre la marcha anunciada para el 15 de noviembre, y cual prestidigitador de la ideología comunista, saca de la chistera de la Seguridad del Estado nombres e intenciones que -según los héroes de la página La Manigua-. piden una intervención militar a Cuba, para desacreditar a la oposición.
En ningún momento de su intervención en el programa del pasado martes —como todo personero del régimen— habló de la detención de la joven Daniela Rojo, moderadora del Grupo Archipiélago aquí en La Habana, ni de la del doctor Manuel Guerra en la provincia de Holguín, ambos por ser parte de la organización de la marcha a celebrarse —pese a la prohibición oficial—, el 15N en el país.
Pero de nada le servirá la lengua viperina y manipuladora a este colaborador de Cubadebate, Razones de Cuba, Con Filo y otros espacios y programas diseñados para defender el “derecho” de la revolución a prohibir, enviar a prisión y desterrar a quienes piensen diferente a la ideología oficial. El miedo –como el Son— se fue de Cuba y, de alguna manera, el pueblo lo demostrará.