El anuncio de clases virtuales como respuesta a la crisis de combustibles ha generado una ola de críticas por parte de expertos en educación, quienes advierten que la medida perjudicará a los estudiantes, especialmente en los niveles iniciales y primarios. La decisión se suma a un contexto de deserción escolar creciente, lo que agrava la situación del sistema educativo en Bolivia.
Según datos de la Dirección Departamental de Educación de La Paz, en 2025 se inscribieron 711.655 estudiantes, lo que representa una reducción del 2,5% respecto al 2024, cuando se matricularon 729.949 alumnos. “Este año, hemos llegado a 711.655 estudiantes inscritos, lo que significa una reducción de 18.294 alumnos”, explicó Basilio Pérez, director departamental de Educación de La Paz.
Expertos en pedagogía cuestionan la decisión del gobierno al considerar que no existe ningún estudio que respalde el impacto positivo de la virtualidad en las condiciones actuales. “La medida anunciada por Arce no está sustentada en ninguna investigación seria sobre su impacto en el aprendizaje”, afirmó un especialista en educación.
El pedagogo Gualberto Tein Alanoca enfatizó que la calidad de la educación no puede compararse entre una modalidad presencial y una virtual, especialmente en la formación de niños. “Factores como la atención, la interacción emocional, el vínculo afectivo y el control docente son fundamentales en el aprendizaje (…) y estos elementos son casi inexistentes en una relación virtual entre maestro y estudiante”, sostuvo.
A esto se suma la grave crisis económica que atraviesan las familias bolivianas, lo que complica aún más el acceso a la educación virtual. “Los padres tienen que priorizar la alimentación y en muchos casos servicios como el acceso a internet quedan relegados a un segundo plano”, advirtió otro experto.
Las dificultades de acceso a la tecnología y la conectividad son una barrera para miles de estudiantes en Bolivia. En muchos hogares, el acceso a internet es inestable o inexistente, y los dispositivos electrónicos deben ser compartidos entre varios miembros de la familia, lo que limita la efectividad del aprendizaje a distancia.
El anuncio también generó molestia entre los padres de familia, quienes ven la decisión como un retroceso en la educación de sus hijos. “¡La medida de Arce es funesta para la educación!”, expresó un padre de familia indignado por la decisión gubernamental.
Pese a las críticas, el gobierno insiste en que la implementación de clases virtuales es una solución viable ante la crisis energética. Sin embargo, expertos advierten que el impacto negativo en el aprendizaje y el incremento de la deserción escolar serán consecuencias inevitables si no se toman medidas complementarias para garantizar acceso equitativo a la educación.