Investigaciones históricas y lingüísticas recientes muestran que el aimara no pudo haber tenido como cuna de origen el altiplano peruano-boliviano; y que tanto aimara como quechua procedían de otras zonas y que no son oriundos de la cuenca del Titicaca.
En las últimas décadas, se tuvo un animado debate sobre los orígenes del aimara, desde tres posiciones teóricas. En tanto que Alfredo Torero (1972) y sus seguidores vieron un origen de esta lengua en la parte central del Perú, y por tanto la expansión del aimara desde allí, Teresa Gisbert (1987) y otros, en base a algunos cronistas, plantearon un origen desde el sur (desde la región de Copiapó), con una expansión al norte, en tanto que Lucy Briggs (1994) percibió un patrón de expansión desde el núcleo de Tiwanaku.
Por otro lado, según Cieza de León, los aymaras son procedentes de Coquimbo, un valle del Norte Chico de Chile, John Hyslop demuestra la importancia de un sitio altiplánico llamado Coquimbo como capital lupaca y necrópolis de sus mallkus. Es decir, la ola aimara que penetra en el Urcosuyo viene de mucho más al sur de lo que pretende Torero.
Por lo tanto, ambas hipótesis –de origen norteño y de origen sureño– nos muestran que el aimara no pudo haber tenido como cuna de origen el altiplano peruano-boliviano; y que tanto aimara como quechua procedían de otras zonas y que no son oriundos de la cuenca del Titicaca. La cultura tiahuanaca era multilingüe, pues se hablaban el pukina y, en menor participación, el uru.
En la actualidad, según la mayor parte de los estudios hoy, tanto arqueológicos como lingüísticos, ambas familias de lenguas, Idioma quechua e Idioma aimara, tienen su origen en una determinada región en común de la parte central de lo que es actualmente Perú (Heggarty 2008). Este sitio fue probablemente en la sierra, aunque Alfredo Torero y Rodolfo Cerrón favorecen un sitio costeño (Cerrón 2003: 22, Torero 2002: 46).
Arqueológicamente se reconoce la posibilidad del origen de ambas lenguas, en una forma pre-proto, sean aimara o quechua, en sitios como Caral-Supe (3000-1600 a.C.) o quizás Chavín (1500 a.C. – 200 d.C.). Se favorecen también los grandes horizontes arqueológicos con su mayor unidad cultural y geográfica, sobre todo el Horizonte temprano, como los motores para la expansión de ambas lenguas. Torero también propone que se hablaba una forma temprana de aimara en sitios costeños como Nasca y Paracas y que desde allí hubo una expansión al norte a la región de Yauyos y al sur a la región de Ayacucho.
Sobre todo, está la cultura wari (550-1000 d.C.) en el Horizonte Medio que es la favorita actual entre los estudiosos, desde Torero en adelante, como el motor de la gran expansión del aimara como una lengua franca hacia el norte como hacia el sur. Quizás esta expansión se debe a la influencia de los pastores por excelencia y los guardianes de las caravanas de llamas que manejaban el comercio entre los wari y sus periferias, proceso que fue seguido por los agricultores quechuas con sus nuevas técnicas de riego y andenes en la producción de maíz. Tal vez la caída de los wari también resultó en una cesión de territorio aimara a la llegada del quechua. Cerrón habla de una tercera expansión aimara hacia el sur, desplazado por el quechua, en el período Intermedio tardío, desde la región del grupo de los Aymaraes en el Apurímac (que también podría haber dado el nombre aimara).
Referencias:
- https://www.iidh.ed.cr/capel/media/1519/tesoro-de-nombres-aimara.pdf
- http://www.losandes.com.pe/oweb/Cultural/20101114/43297.html
- http://www.ilcanet.org/ciberaymara/historia.html