Carlos Gill Ramírez es el mayor magnate de los negocios del Estado boliviano. De la mano del grupo empresarial que lleva su nombre participó en la construcción de la red de transporte por cable Mi Teleférico, además de que se considera ideólogo e impulsor del tren bioceánico y, en dos años, planea abrir en Rosario, Argentina, un puerto granelero de uso exclusivo para Bolivia.
Estos tres proyectos estratégicos para la economía boliviana son, según él, las razones que lo mantenían en contacto directo con el entonces presidente Evo Morales, en comunicaciones telefónicas de al menos una vez por mes, para tenerlo al tanto de los proyectos.
El Grupo Carlos Gill Ramírez está dividido en seis grandes áreas: industrial, logística, representaciones comerciales, comercio y franquicias, medios de comunicación y, por último, construcción.
Periódico paceño «La Razón»
En cuanto a su participación en los medios, Gill es dueño del periódico paceño La Razón que este 7 de junio de 2022 cumplió 32 años de servicio.
En julio 2018, Gill recibió a una comitiva de 14 periodistas bolivianos en Asunción del Paraguay, donde ofreció un recorrido por la planta de Pinturas Montana, en las afueras de la capital.
En el encuentro, el empresario tomó con humor que por mucho tiempo se haya especulado sobre su procedencia, sus inversiones en Bolivia y que hasta se haya ganado la fama de ser un “fantasma”.
Todo eso en razón de que casi no apareció en los medios y nunca -hasta la anterior semana- se dio a la tarea de precisar cuáles eran sus inversiones en el país.
Cotienne y Doppelmayr
Entre las millonarias y diversas inversiones del Grupo Carlos Gill Ramírez en Bolivia se encuentra su participación en la construcción de la red de teleféricos de La Paz.
A través de su empresa Cotienne, Gill accedió a ser “subcontratista” de la firma austriaca Doppelmayr, con la que ejecutó la construcción de la red de transporte masivo de Mi Teleférico.
Pero, además de ésta, Cotienne se adjudicó otras obras de construcción en el sector petrolero boliviano, experiencia que le valió para trabajar con Doppelmayr.
Gill, también cónsul honorario de Paraguay en Venezuela, afirmó que hasta la fecha lleva invertidos al menos 300 millones de dólares en los negocios de logística que tiene en Bolivia. Y dentro de esa actividad se encuentra el transporte vía férrea de la carga boliviana hacia los puertos de exportación, principalmente en lo referido a minerales y granos.
El puerto de Rosario
Con la conexión de la red de ferrocarriles que el grupo empresarial consolidó en el oriente, Carlos Gill tiene proyectado entregar en un par de años el Puerto General San Martín, ubicado en la provincia argentina de Rosario.
Al ser propietario de la mayor empresa de logística que opera en el país, ya que realiza el transporte de carga boliviana a bordo de las locomotoras de Ferroviaria Andina y Ferroviaria Oriental -de las que es socio mayoritario- el empresario paraguayo extendió sus capitales del sector en Rosario, puerto fluvial argentino con acceso al océano Atlántico.
En la zona, el grupo empresarial adquirió un predio que se convertirá en el puerto exclusivo de granos bolivianos, que en la actualidad es exportado con dificultades, al no tener prioridad en el almacenaje y transporte.
El ambicioso proyecto está en marcha y la firma que lo lleva a cabo anunció que destinará al menos 100 millones de dólares para que el puerto esté listo para ser utilizado por Bolivia.
Construcciones y franquicias
Además de tener participación en la edificación orientada al negocio petrolero y su incursión en el tendido de la red de transporte por cable, en el sector de la construcción, el grupo de Gill tiene planeado realizar inversiones en Santa Cruz de la Sierra.
En la capital oriental, sobre la avenida Cristo Redentor, entre el cuarto y quinto anillo, construirá un edificio de departamentos sobre 30.000 metros cuadrados, diseñados para calificar dentro del crédito de vivienda de interés social, que también reunirá áreas comerciales y de oficinas.
La firma que es parte del conglomerado empresarial de Gill dedicada al negocio inmobiliario recibe el nombre de OCM Trading y entre sus trabajos figura un condominio cerrado, también en Santa Cruz de la Sierra, donde se construyó 100 casas, también para financiamiento social.
En lo que respecta a las inversiones que tienen que ver con las representaciones comerciales, comercio y franquicias, Carlos Gill es dueño de Wendy’s, una emblemática compañía venezolana de comida rápida.
Desde que el empresario se hizo cargo de la administración de la franquicia, las operaciones de la cadena de restaurantes en su país de origen crecieron hasta el punto de adquirir los locales que cerró su competencia directa.
En ese sentido, Gill anunció que el próximo año tiene planeado inaugurar la primera franquicia de Wendy’s en Bolivia.
Con el negocio de la logística para el servicio a empresas bolivianas, Gill Ramírez explicó que su grupo tiene un fondo destinado al sector agrícola y otro parecido para el sector ganadero, “que va progresando bastante bien”.
El empresario sostuvo que no tiene inversiones en el sector minero, pero sí una importante participación en la logística.
Su compañía del rubro presta servicios a la Minera San Cristobal, Manquiri y Comibol. “Prestamos la logística para toda la minería, pero no tengo inversión minera”, manifestó.
El tren bioceánico
El conglomerado empresarial Gill Ramírez tiene participación mayoritaria en las empresas de ferrocarriles de oriente y occidente. A partir de ello es que el grupo planteó el crecimiento de las rutas férreas orientadas a consolidar el proyecto del tren bioceánico.
“Adquirimos el control de una compañía bastante destruida, bastante descuidada que nos llevaba un millón de toneladas, solamente era un tren soyero, no hacía ningún otro tipo de transporte, sino solamente soya. Y hoy en día la soya se convirtió en un 33% de nuestra carga, ya que estamos totalmente diversificados”, apuntó Gill, al referirse a la actividad de Ferroviaria Oriental, que junto con la Andina son los dos polos de transporte llamados a permitir el flujo de mercancías del Atlántico hacia el Pacífico, y viceversa.
Con base en el modelo de gestión ferroviario Open Access, la idea de Gill es convertir el tendido férreo de Andina y Oriental en una “autopista” que permita el transporte de mercadería desde Brasil hacia el Pacífico.
“Compramos ahora tres locomotoras nuevas (para Ferroviaria Andina), por primera vez en Bolivia de tecnología suiza para las montañas. Van a empezar a llegar en febrero y terminan en abril (de 2019)”, declaró el empresario.
Las nuevas máquinas de Andina fueron fabricadas para operar en regiones de altura y llevar carga por lugares accidentados, como los del altiplano boliviano.
“Hoy estamos (transportando) 2,2 millones de toneladas (de mercancías), tenemos 1.244 kilómetros de vía ferrea, 35 locomotoras, 1.500 vagones operativos y tenemos de inversión acumulada de la época de nosotros 200 millones de dólares. Para hacer esto se necesitaron estos 10 años que pasaron”, aclaró Gill.
La mayor parte de los tramos férreos de occidente están en condiciones de ser utilizados, lo mismo que las rutas de oriente, además de que realizan trabajos para extender la vía hacia la frontera con Perú, Argentina y Brasil.
El ideal de Gill es que la vía férrea que parte desde Arica, atraviesa La Paz, continúa por Cochabamba, rumbo a Santa Cruz y penetra territorio brasileño llegue hasta Santos, donde está el puerto que opera en el Atlántico.
“Nuestro sueño siempre fue hacer el bioceánico y hoy podemos decir que es una realidad, que formamos parte de la malla oeste (de transporte férreo del Pacífico hacia el Atlántico)”, subrayó el magnate de los negocios del Estado.
Denuncia de Oscar Ortiz
En marzo 2020 una denuncia del senador y aspirante a la presidencia de Bolivia, Oscar Ortiz, dirigió todas las miradas y atención a las empresas propiedad del venezolano-paraguayo, Carlos Gill Ramírez. El parlamentario instó a la Contraloría boliviana a instrumentar una serie de auditorías en los ministerios que contrataron con Gill Ramírez.
Carlos Gill Ramírez admitió poseer siete empresas en territorio boliviano, a saber, Ferroviaria Oriental, Ferroviaria Andina, la constructora Cotienne, OCM Trading, los diarios La Razón y Extra, Tiendas Montana y la Sociedad Administradora de Puertos Continental (Sapcon).
En su denuncia, Oscar Ortiz refiere que el gobierno del expresidente Evo Morales favoreció a las empresas de Carlos Gill Ramírez por encima de otras compañías. En particular el proyecto del Tren Bioceánico, para el cual el estado ha debido convocar a diferentes firmas para que concursaran por los contratos para las obras que la ejecución de dicho proyecto conlleva.
El gobierno de Morales priorizó a una sola empresa y a un solo empresario, Carlos Gill Ramírez, con lo que privilegió la relación que con este mantenía en razón de sus afinidades políticas e ideológicas a la hora de adjudicar los contratos.
El senador Ortiz destaca que Carlos Gill Ramírez ha adquirido la propiedad, participación o concesión de toda la red logística que une estos dos puntos donde ha realizado una serie de inversiones que, si bien preparan el camino para la conformación del corredor bioceánico, también han significado importantes ingresos para sus empresas.
En Bolivia, Gill Ramírez adquirió las empresas ferroviarias Andina y Oriental, mientras que en Brasil es dueño de 20 por ciento de la empresa Rumo ALL, la cual se conoce formalmente como América Latina Logística (ALL), la cual se dedica a la logística de transporte, especialmente por vía férrea.
Hidrovía Paraguay-Paraná
Carlos Gill también tiene inversiones en la Hidrovía Paraguay-Paraná, donde su empresa Sociedad Administradora de Puertos Continental (Sapcon S.R.L.), opera la terminal de granos y aceites de Puerto Aguirre. Allí también hay un terminal petrolero que presta servicios de importaciones de diésel, exportaciones de gasolina, exportaciones de nafta, exportaciones de alcohol, así como también brinda aprovisionamiento de combustibles a remolcadores fluviales.
Se trata, según narra Ortiz, de un negocio de gran rentabilidad, lo cual se recoge de los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que recopila el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), los cuales indican que en 2018 Bolivia importó 1.213.547 toneladas de diésel por un valor de USD 897 millones, de los cuales el 21 por ciento (258.000 toneladas por un valor de USD 188.37 millones) ingresaron por vía fluvial.
Se pregunta Oscar Ortiz, por qué razón las empresas ferroviarias Andina y Oriental —propiedad de Gill Ramírez— no han sido nacionalizadas, siendo las únicas en esta condición.
El periodista peruano, Jaime Bayly, acusó a Carlos Gill de haber recibido USD 30 millones, de manera irregular, de parte del ex-escolta de Hugo Chávez, Adrián Velázquez, actualmente detenido en España. El comunicador sostiene que el “empresario chavista” buscó protección en República Dominicana para lavar dinero.
Periodista revela cómo Carlos Gill Ramírez puso el diario boliviano «La Razón» al servicio del M.A.S.
El periodista Rafael Archondo, en un trabajo titulado “MAS Media” y pantomima publicado en El Diario, reveló cómo el diario La Razón, propiedad del magnate Carlos Gill Ramírez, se convirtió en Bolivia en un medio al servicio del MAS, el partido político del ex-presidente Evo Morales.
“MAS Media” y pantomima (por Rafael Archondo)
Mientras en Argentina (2009), Venezuela (2010) y Ecuador (2013) los gobernantes “progres” decidieron usar las leyes para atenazar a los medios de comunicación, en Bolivia optaron por la pantomima. Lo que narro acá no es ni primicia ni hallazgo, sino un humilde homenaje a mis colegas del diario La Razón, quienes el 6 de enero y el 11 de febrero recientes decidieron contar la verdad o, mejor dicho, confirmarla. Hacerlo desde aquel galpón de Auquisamaña tiene más mérito que todas las denuncias previas. Ahí radica su peso en oro. Yo dije lo que sé entre 2013 y 2018, nada menos que en las páginas de La Razón, donde fui columnista durante ese tiempo. Acá, abusando del cariño de Página Siete, reincido.
Consolidado el nuevo orden tras la aprobación, vía referéndum, de la Carta Magna, el MAS se dispuso a crear sus “MAS-media”. La piedra inaugural del lucrativo aparato había sido colocada ya en enero de 2009, por el caraqueño de nacimiento Carlos Gill Ramírez, quien adquirió de manos del grupo español Prisa las acciones del periódico La Razón, El Extra y, aparentemente, también las de la red ATB.
Para la compra, el hombre, que posee nacionalidad española, usó como disfraz una empresa con sede en Barcelona denominada Akaishi Investements. De ese modo, lo que en su momento fueron las principales empresas de la familia Garafulic pasaron a convertirse en los mascarones de proa de un nuevo imperio mediático al servicio de Evo Morales y su partido.
Las conexiones de Gill Ramírez con el gobierno anterior están plenamente confesadas por él mismo. Representa en La Paz a la firma austriaca Doppelmayr, que obtuvo sin licitación más de 700 millones de dólares por edificar transporte por cable. Además construyó todas las estaciones del mismo y es el rey de los escasos ferrocarriles que transportan soya y otros bienes transables hacia los puertos más cercanos.
¿Puede creerse que amasando tantos negocios vinculados con el Estado, alguien puede permitir que sus medios tomen siquiera distancia del que le firma los cheques? Es por esta sencilla razón que en octubre de 2009, Gill designa a Edwin Herrera como director de su diario paceño. Antes de desprenderse de sus acciones en ATB, el para entonces misterioso empresario coloca al mando a Jaime Iturri, convertido hoy en el primer millonario del MAS con residencia en Buenos Aires.
En 2010, en una conversación pública, lamentablemente no grabada, en el salón de actos de la Fundación Ebert en Obrajes, Iván Canelas, el inminente primer ministro de Comunicación del gobierno del MAS (la cartera estaba en trámite de creación), nos confesó a varios amigos que Gill les pidió nombres para cubrir las plazas ejecutivas de sus medios.
Entonces el gobierno sugirió a sus amigos. Herrera e Iturri compartían un rasgo en común. Ambos eran periodistas edilicios, es decir, cumplían tareas en la exitosa administración de Juan del Granado, en ese momento firme aliado del MAS. Las cabezas de ATB y La Razón habían sido designadas por los cenáculos internos del gobierno. Como recompensa, los negocios para Gill no tardarían en fluir. El principal de todos fue la publicidad estatal, que Iván Canelas y sus sucesoras se encargarían de franquear generosamente a los MAS-media.
Es increíble cómo la ruptura del acuerdo entre los Sin Miedo y el MAS calza a la perfección con la salida de Herrera de la dirección del diario. Marzo de 2010. Mientras Iturri jura lealtad a García Linera, el “gerente de Bolivia”, como lo bautizó Gill el año pasado, Herrera opta por hacer carrera política con la nueva oposición. Continúa haciéndolo hasta ahora en las filas de Sol.bo.
Gill tiene entonces una baja. Lo suyo, como extranjero, nunca fue meter sus narices en la batalla editorial diaria. Después de una negociación fallida de García Linera con el periodista Gustavo Guzmán, quien había sido el primer y único embajador de Evo en Washington, el nombramiento recayó en Claudia Benavente.
Ella y García Linera son amigos desde cuando éste estaba preso. En diez años como directora, Benavente inclinó el diario a favor del MAS desde el primer día. Quizás pensando en la posibilidad del “Evo for ever”, designó a su excuñado Pablo Rossell como gerente del diario, entre 2016 y 2018. Ya había perdido el miedo. Rossell fue asesor de la Vicepresidencia y después de una gestión conflictiva en el periódico, fungió como vocero del programa de gobierno del binomio oficialista el año pasado. Ahí, la pantomima cedió terreno al cinismo y el aparato quedó a la intemperie.