Adrián Quelca informó este jueves que ha determinado renunciar al cargo de Ministro de Educación, con el objetivo de aclarar las “calumnias” que consideran que existen en su contra. Esta decisión surge después de que la Fiscalía lo imputó de incumplimiento de deberes y pidió su detención domiciliaria.
“Hemos decidido a partir de este momento presentarle a nuestro presidente del Estado Plurinacional de Bolivia mi renuncia al cargo de Ministro de Educación. Lo hacemos con la certeza de que la verdad más temprano que tarde va a darnos la razón, porque tenemos la conciencia tranquila”, dijo Quelca.
Afirmó que toma esta decisión con la intención de que el proceso en su contra no se utilice para empañar a la democracia y al proceso de cambio.
Quelca fue imputado por la Fiscalía por el delito de incumplimiento de deberes y pidió su detención domiciliaria mientras se realiza la investigación. Esto en el marco de una denuncia por presuntamente haber instruido, mediante mensajes de WhatsApp, perjudicar o favorecer a determinados postulantes a cargos directivos del sistema educativo.
El ahora exministro negó enfáticamente haber cometido algún delito ni haber robado un centavo al Estado. Recordó el principio constitucional de que uno es inocente hasta que se compruebe lo contrario.
Conminó a que sus detractores que lo acusen hagan lo mismo con la renuncia. Sus seguidores gritaron por la renuncia de la viceministra Aurea Balderrama, quien presentó la denuncia contra Quelca.
En su conferencia de prensa, Quelca arremetió contra los medios de comunicación, a los cuales acusó de ser fiscales, jueces y verdugos en su caso. Dijo que los medios aprovechan “elementos de la derecha oligarca”, del “enemigo de clase” para destruir una gestión administrativa.
Las afirmaciones del ahora exministro contra los periodistas fueron acompañadas de gritos e insultos que proferían sus seguidores, quienes estaban junto a él durante la conferencia de prensa.
“Para que aprendas, carajo”, exclamó uno de los seguidores de Quelca cuando la autoridad respondía a un periodista que le preguntó por qué se acogió al silencio al ser convocado por la Fiscalía. Otros gritaban “prensa vendida”.