La ciudad brasileña de Manaos, situada en el corazón del Amazonas, se ha topado por segunda vez en menos de un año con la peor cara de la pandemia: la escasez de camas, el creciente colapso sanitario y la irrupción de una nueva e irrefrenable variante del coronavirus.
La nueva cepa, conocida como Brasil P.1 y detectada inicialmente en suelo japonés, predomina ya en casi la totalidad de las pruebas de COVID-19 realizadas en la zona, donde los propios habitantes ayudan a cavar fosas ante la acumulación de fallecidos.
Las cifras, desoladoras, dibujan nuevamente un panorama trágico y una situación insostenible que podría repercutir en las localidades rurales del interior del estado de Amazonas, como San Gabriel de Cachoeira y Tefé, ya en alerta.
Desde que comenzó la crisis sanitaria, la región ha constatado cerca de 260.000 casos y más de 7.600 decesos. En Manaos, donde las poblaciones indígenas corren grave peligro, las muertes se han duplicado entre diciembre y enero ante el desbordamiento y plausible cansancio de las autoridades locales y los trabajadores sanitarios.
«El sistema de salud de Manaos ha colapsado por segunda vez desde el comienzo de la pandemia», declara tajante Renata Reis, directora general adjunta de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Brasil, en una entrevista a Europa Press.
Para ella, sin embargo, la situación es ahora «más compleja y grave» debido a la falta de camas y la existencia de una nueva variante, que pone en tela de juicio la inmunidad de grupo. Los datos de las autoridades apuntan a 348 entierros en mayo durante la primera ola, una cifra que había alcanzado los 1.333 en enero.
Reis lamenta así que la población «llegue en masa» a Manaos, única ciudad de la zona preparada para tratar a los pacientes más críticos con COVID-19, y alerta de que en el estado existe ya un 96 por ciento de ocupación.
El traslado de pacientes y la petición de ayuda a nivel internacional se ha vuelto inevitable. «Se trata de una situación completamente crítica, de muerte por asfixia. No estamos tranquilos porque la capacidad local no es suficiente», recuerda Reis, que explica, además, que Manaos es el principal punto de apoyo sanitario para las comunidades más cercanas, que ya están sufriendo un efecto dominó.
El empeoramiento de la situación podría convertir San Gabriel de Cachoeira, que se encuentra a unos 800 kilómetros, en el próximo Manaos. Allí los pacientes en estado crítico están pereciendo ante el virus debido a la falta de oxígeno y la imposibilidad del traslado para evitar una mayor saturación hospitalaria.