El presidente de la Cámara Nacional de Industrias Oleaginosas de Bolivia (Caniob), Jorge Amantegui, lanzó una alarmante advertencia: la suspensión de las exportaciones de aceite por parte del Gobierno generará una crisis de alimentos a partir de enero de 2025. “Prepárense porque va a haber escasez de alimentos, no solo de aceite, sino de pollo y de cerdo,” afirmó.
La medida fue tomada por la administración de Luis Arce ante la escasez de aceite en mercados y el incremento de precios. Sin embargo, para el sector industrial, esta decisión “tendrá un perjuicio tremendo”. Según Amantegui, al no poder exportar aceite ni harina de soya, las empresas no generan ingresos y, en consecuencia, no pueden comprar grano de soya para abastecer a los productores de pollo, cerdo y leche.
El Gobierno se reunió con representantes del sector, pero ratificó que no levantará la suspensión de exportaciones hasta que se normalice el mercado interno. “Lamentablemente, no se levanta la suspensión,” expresó Amantegui tras el encuentro. El empresario destacó que, pese a la crisis actual, las empresas han mantenido los niveles de despacho y que incluso se prevé un suministro 40% superior al histórico de diciembre.
Amantegui explicó que la supuesta escasez de aceite en occidente se debe a tres factores principales: dificultades logísticas en el transporte entre Santa Cruz y La Paz, compras masivas por parte de la población y contrabando hacia Desaguadero en grandes cantidades.
El sector oleaginoso también denunció que la industria enfrentó desafíos adicionales este año, como un bloqueo de 25 días liderado por Evo Morales, que afectó la provisión de diésel hasta el 20 de noviembre. “Ellos mismos (el Gobierno) mostraron que la provisión será superior, pero mantienen la restricción,” señaló Amantegui, cuestionando la lógica detrás de la medida.
Por su parte, el Gobierno justificó la suspensión al argumentar que el abastecimiento en el mercado paceño no es suficiente. No obstante, los industriales aseguran que estas restricciones son contraproducentes, ya que privan al país de divisas necesarias provenientes de las exportaciones.
La crisis anticipada por el sector oleaginoso amenaza con impactar directamente en los hogares bolivianos, que enfrentarán precios más altos y menor disponibilidad de alimentos básicos. “Sin ingresos, no hay inversión; sin inversión, no hay alimentos,” concluyó Amantegui, subrayando la necesidad de replantear las políticas para evitar un desabastecimiento mayor.
El debate entre el abastecimiento interno y la generación de divisas mediante exportaciones sigue abierto, mientras el tiempo apremia para encontrar soluciones.