En postrimerías del Siglo XVII, de Huamanga llega una mañana a Huarina, cierto Maestre de campo llamado Joseph Santa Cruz Villavicencio, quién un día sus ojos posaron en una doncella indígena que aldeaba por las calles de aquella población lacustre, averiguó quien era y luego su interés súbito fue al saber que la moza era hija única de Matías Calahumana, cacique de aquel villorrio, ella se llamaba Juana Basilia Calahumana Salazar, descendiente directa de los incas, según se decía. Don Joseph era joven, Juana Basilia era también, Don Joseph estaba solo, la cortejó un tiempo y cásose luego con ella, como lo preceptúa la Santa Madre Iglesia”. En cierto modo, dice el escritor Alfonzo Crespo Rodas: “El Cóndor Indio”, la alianza resultó simbólica: “Se unían dos dinastías ancestrales y dos razas diferenciadas. Si orgulloso el hidalgo, Juana Basilia no lo era menos. Ambos de razas y caracteres diferentes, se complementaban. Don Joseph era audaz, valiente y ambicioso, jocundo; Juana Basilia calculadora. Aquél vivía el presente, ésta solo el pasado. El Corregidor era soñador, imaginativo, ella vivía de realidades. Uno reverenciaba al Rey de España, la otra al Inca muerto. Ambos tenían conciencia de su grandeza pretérita. Don Joseph recordaba al Imperio de Carlos Quinto, Juana Basilia el de Atahuallpa”.
En Huarina, el 30 de noviembre de 1792 nace el primogénito del Corregidor y de la Cacica Juana Basilia. “Don Joseph como buen católico, pone al recién nacido el nombre del Santo del Día ‘San Andrés’”. Se llamará Andrés Santa Cruz Calahumana. Lo bautiza en la ciudad de La Paz, el 5 de diciembre del mismo año, en la Parroquia de la Merced. Don Antonio Rodríguez de Olivera (Sacerdote), registró el testimonio de tal hecho, conforme establecía la diócesis eclesiástica y administrativa del Código Canónigo. En aquellos tiempos, la Iglesia Católica, estaba muy impregnada con las normas del Pontificado, por lo que no se podía optar por otro nombre, que no sea concordante con las reformas del “Calendario Gregoriano”, de modo que las suposiciones de los “escribidores” fariseos aduciendo que el Mariscal de Zepita, habría nacido en su día bautismal (5-12-1792), caen en saco roto y no tienen sustento ni asidero legal de la época.
Sin el ánimo de polemizar la descendencia del progenitor del Mariscal de Zepita, en virtud de que en las obras historiográficas del siglo pasado: “Historia de Bolivia Bajo la Administración del Mariscal Santa Cruz”, de Agustí Iturricha; e “Historia de la República del Perú”, de Jorge Basadre, coinciden en que el origen del padre del Mariscal de Zepita está envuelto en un misterio, toda vez que fue criado en un orfanato de niños. Al respecto, Daniel Valcárcel, en su libro: Historia General de los Peruanos, describe: “A mediados del siglo pasado vivía Don Cipriano Santa Cruz, en una de las casas que hacen esquina en la plaza de Huamanga, su hermano era Deán de la Catedral. Una noche hallaron un expósito en el dintel de la puerta de la casa de Don Cipriano y él bondadosamente lo adoptó por hijo, dándole el nombre de José Santa Cruz Villavicencio, llegó a ser Maestre de Campo en la milicia de Cusco y algún tiempo después fue al Alto Perú. Allí se casó con la india Juana Basilia Calahumana, hija del cacique de Huarina, de la familia Real de los Incas”, de esta manera, los “escribidores” fariseos que pregonan con voces estridentes que el padre del Mariscal, era español, que tenía descendencia del estirpe de la nobleza, caen en sofisma de mal gusto, toda vez que está confirmado que Don José Santa Cruz Villavicencio, era criollo de Huamanga, Perú; según testimonios existentes en la Casa del Corregidor de Huarina, al padre del Mariscal de Zepita, en sus actuaciones públicas y privadas, en vez de José solía gustarle que le llamen “Don Joseph”, los propios coterráneos de aquella población, dan muestras elocuentes de su pasado histórico.
Andrés Santa Cruz Calahumana, forjó sus conocimientos militares en el Ejército Realista de Goyeneche, pero más tarde, en 1821, en Lima se incorporó a la causa de la independencia, bajo el mando del Gral. José de San Martín, quien le admitió con el mismo grado de coronel. Se trasladó a Quito, para reforzar las tropas del Gral. Sucre, a cuyas órdenes participó en la batalla de Pichincha (24 de junio de 1822), con tan excelente actuación y gracias a esa hazaña Ecuador se liberó de los españoles. Por su actuación en Zepita, obtiene el grado de Mariscal, concedido por el H. Congreso peruano. En la Batalla de Junín, actúa en el puesto de Jefe de Estado Mayor; el Libertador Bolivar, en memoria de su padre lo inviste como Prefecto de Huamanga. Una vez consolidada la independencia de Bolivia, rechaza la diputación por La Paz, porque cree que el Alto y Bajo Perú, debe mantenerse unido. El Libertador, ante la urgencia de retornar a Colombia, dispone que asuma la Presidencia del Consejo de Gobierno del Perú, en una misiva al Gral. Sucre, le dice: “El Gral. Andrés Santa Cruz Calahumana, sabe captarse la voluntad de los ciudadanos y el respeto de los militares, en fin tiene mucho talento y tiene cualidades muy superiores a los que han mandado hasta ahora en el Perú y la verdad es el único en quién he podido fijarme”.
Ante el atentado al Mariscal de Ayacucho en 1828 y tras la invasión del ejército peruano de Agustín Gamarra, el Poder Legislativo de Bolivia, eligió al Mariscal Andrés Santa Cruz Calahumana, Presidente de la República. El 24 de mayo de 1829 tomó posesión de su investidura, desde ese momento se dedicó a trabajar arduamente por la organización del país. Convocó a una Asamblea Constituyente, aprobó la Segunda Constitución Política del Estado. Puso en vigencia los códigos Civil, Penal, Mercantil, de Procedimientos y de Minas. En feliz coincidencia con su natalicio el 30 de noviembre de 1830, inauguró las labores en la Universidad Menor de San Andrés, suscribiéndose una histórica Acta. El Vice-cancelario, Dr. José Manuel Loza, en partes importantes de su discurso dijo: “Por ello, la moderación de vuestra Excelencia, debe ceder al imperioso clamor de la justicia y de la gratitud; éstos dictan inmortalizar al nuevo establecimiento con el nombre de su fundador. Se llama Universidad de San Andrés de La Paz de Ayacucho. Es pues Vuestra Excelencia el Supremo Protector de la Literatura, el Mecenas de este Liceo y el Augusto de Bolivia”. Por su parte, Santa Cruz Calahumana: “Debe esperarse felices resultados de esta Casa y ser inscrito sobre los pórticos del templo de la Minerva…”; el mismo Mariscal, el 5 de noviembre de 1832, inauguró las labores académicas en la Universidad San Simón de Cochabamba.
El 28 de octubre de 1836, en Lima, para hacer realidad sus sueños integracionistas heredados del Libertador Bolivar, crea la Confederación Perú-Boliviana, despertando celos, temor y disconformidad de los gobiernos de Chile y Argentina. Suscitada la conflagración con Chile, luego de derrotar a los invasores araucanos que invadieron el Perú, el Supremo Protector, humanista y magnánimo, perdonó en Paucarpata, a las tropas chilenas permitiendoles retornar a su país, intactas y sin un rasguño. No obstante de ello, Chile continúa con las hostilidades, mientras Argentina inicia su ataque por el sur. Chilenos, algunos malos e intrigantes alto y bajo peruanos traidores, terminan con la Confederación, cuyo epílogo tuvo lugar en Yungay, el 20 de enero de 1839, con la conspiración interna y externa, desbarataron el gran anhelo integracionista del Mariscal de Zepita, pero no sepultaron sus grandes ideales; en virtud a ello, rendimos homenaje a la personalidad de nuestro héroe, padre tutelar de la patria y paladín de la justicia, la cultura y la intelectualidad nacional.
Autor: Franz Solano Chuquimia. es investigador, exembajador de Bolivia en Perú