El candidato presidencial Rodrigo Paz Pereira sorprendió con una declaración que rápidamente generó polémica en redes sociales y entre analistas. Durante un acto público, aseguró que “hemos viajado más de 230 mil kilómetros por Bolivia”, cifra que —según cálculos simples— equivaldría a dar casi seis vueltas completas al planeta Tierra.
“Es momento de cambiar el futuro de Bolivia y sobre todo el futuro de la patria”, expresó Paz, al intentar destacar el alcance de su campaña y su cercanía con la población. Sin embargo, su afirmación despertó más escepticismo que admiración. Diversos usuarios y comentaristas pusieron en duda la coherencia y verosimilitud del número.
La circunferencia del planeta Tierra es de aproximadamente 40.075 kilómetros, por lo que recorrer 230 mil kilómetros equivaldría a realizar cinco vueltas y media alrededor del mundo. Analistas señalan que esa distancia es materialmente imposible de cubrir en pocos meses de campaña, incluso con una intensa agenda aérea y terrestre.
“O Paz tiene un avión supersónico o su equipo de campaña necesita un GPS más realista”, ironizó un periodista local al comentar la frase, que rápidamente se viralizó en redes con memes y críticas.
El candidato del PDC intentó reforzar su mensaje apelando a la conexión con el pueblo. “Contamos con el respaldo urbano y rural del país”, afirmó, insistiendo en que su campaña ha llegado a todos los rincones de Bolivia. Sin embargo, el desliz numérico terminó opacando su mensaje político.
En sectores opositores y ciudadanos críticos, la frase fue interpretada como una muestra más de exageración y desconexión con la realidad. “Ese tipo de cifras absurdas le restan credibilidad”, señaló el analista Carlos Rocha, quien recordó que en campañas anteriores ningún candidato superó los 40 mil kilómetros recorridos en territorio nacional.
Más allá de la anécdota, el episodio revela la tensión de la recta final electoral, donde los candidatos intentan mostrar esfuerzo y cercanía a toda costa, incluso con cifras que desafían la lógica. En este caso, el entusiasmo de Paz terminó transformándose en un búmeran mediático que puso su discurso bajo cuestionamiento.
La frase, repetida en varios espacios de la campaña, deja una reflexión sobre los límites del marketing político: cuando el afán de impacto supera la realidad, la credibilidad termina pagando el precio.
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