La dictadura ahora no es victimaria, sino víctima, acosada principalmente por las consecuencias del embargo de los Estados Unidos. Díaz-Canel le confesó a un grupo de admiradores callejeros, convocados al efecto, que esa circunstancia se manifiesta todos los días en las cuentas que debe elucubrar para la maltrecha economía nacional.
Sin embargo, “el imperio” tiene recursos para patrocinar la oposición que ya no son solamente artistas inconformes y “confundidos”, u organizaciones como la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), sino miles de “vándalos” espontáneos que se rebelaron el 11 de julio porque recibieron cheques individuales de 100 dólares para “asesinar policías, saquear tiendas y apedrear hospitales infantiles”.
La cineasta Marina Ochoa subió un post en Facebook donde ofreció su opinión sobre el alzamiento de los olvidados: “Esos marginales, supuestos delincuentes, son obra de las grandes deficiencias de la revolución. Son nuestros marginales, nuestros delincuentes que podrían no haber existido si el programa del Moncada se hubiera cumplido en su esencia. No merecen palos. Tienen derechos ciudadanos que ampara nuestra Constitución”.
Silvio Rodríguez fue convocado en supuesto diálogo nacional y prometió intervenir para que sea extendida una amnistía a los inocentes detenidos, nunca a los revoltosos que causaron daño, no sin antes enumerar a sus maestros revolucionarios, donde figuran numerosos censores culturales como Alfredo Guevara y Haydée Santamaría, personajes elitistas que, de estar vivos, se hubieran desmayado ante tanta vulgaridad marginal contrarrevolucionaria “de color” en las calles.
Tengo razones para no creer en las gestiones del trovador esencialmente castrista. En 1970 nos abandonó a nuestra suerte en el experimento hippie conocido como Campamento Venceremos, donde jóvenes con inquietudes culturales tratamos de hacer valer nuestros reclamos desde el escenario de la fracasada zafra homónima.
Rodríguez fue parte del proyecto y luego desapareció. Siempre pensamos que para informar a las autoridades cuando los reclamos se tornaron vehementes e intervinieron miembros de la juventud comunista, y la utopía fue clausurada con cierta violencia.
Tiene más vidas que un gato este personaje que no deja de ser siniestro. Ahora se atribuye la libertad de los presos de la Primavera Negra del 2003. Organiza giras patéticas por los barrios “marginales” y en prisiones cubanas, donde se prefiere el reguetón.
Le gusta jugar al libre pensador, aunque hace años que su rebeldía fue tramitada. Desde aquel día infausto que finalmente su héroe, el dictador Fidel Castro, en un acto de rara condescendencia con representantes de la cultura que le resultaban suspicaces lo recibió, junto a Pablo Milanés, quien entonces era su amigo, en salón de protocolo de la Casa de las Américas, como si fuera una ceremonia de redención pública.
Le deseo suerte a los muchachos que confían en su intervención y espero no sea parte de la nueva narrativa donde se comienza por aceptar a unos sublevadas por encima de otros y, de tal modo, se desactiva el ímpetu del hecho histórico.
En medio de la debacle, donde están a la orden del día los juicios sumarios en muchas ocasiones para simples espectadores del amotinamiento, la dictadura se vanagloria de un anuncio pagado aparecido en “The New York Times”, como si fuera editorialmente generado por el periódico, donde 400 personas fascinadas con el castrismo porque nunca lo han sufrido le envían una carta al presidente Biden para que “deje vivir a Cuba”.
“Le pedimos que termine con las medidas coercitivas de Trump y regrese a la apertura de Obama o, incluso mejor, comience el proceso para terminar el embargo para así normalizar totalmente las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba”, termina diciendo la misiva.
La carta fue patrocinada por la organización de extrema izquierda “The People’s Forum”, que se precia, paradójicamente, de tener la siguiente misión: “Somos una incubadora de movimientos para que la clase trabajadora y las comunidades marginales establezcan unidad sobre líneas de divisiones históricas en Estados Unidos y en el extranjero”.
Al parecer los marginales cubanos no se acomodan a la idea de igualdad y justicia que predica la mencionada organización. Tal vez la respuesta se encuentre en las numerosas referencias que hay a Marx, Lenin y Engels en su sitio web y al propio socialismo cubano, para el cual financian eventos que abogan por su salvación.
Es un operativo hipócrita de la izquierda acomodada americana pedir públicamente el fin del embargo desde el mismo periódico que ha reportado la reciente represión desatada en Cuba contra otra “canasta de deplorables”.
Entre los firmantes de la carta figuran celebridades de la exclusividad hollywoodense como: Jane Fonda, Danny Glover, Mark Ruffalo, Oliver Stone, Susan Sarandon y Marisa Tomei, entre otros.
Paradójicamente, el “dialoguero” Silvio Rodríguez se encuentra entre los firmantes cubanos, así como Nancy Morejón, Miguel Barnet, Israel Rojas, Osvaldo Doimeadiós, Orlando Valle “Maraca”, Eduardo (Choco) Roca Salazar y Lesbia Vent Dumois, entre otros.
La tiranía trata de rectificar el rumbo de sus fechorías en la arena internacional, para lo cual hace uso de sus “fellow travelers” de siempre y otros de nueva adquisición.