El candidato a la Vicepresidencia por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Edman Lara, lanzó otra de sus polémicas promesas de campaña: créditos al 3% de interés anual y con tres años de gracia, una propuesta que encendió las alarmas entre analistas económicos.
“Quiero garantizar a través de la ley, y esto es una realidad, se puede hacer, no es que no (…) tres años no vas a pagar. Trabajas el capital, lo recuperas y en el tercer año en adelante lo empiezas a pagar a un 3% al año”, afirmó Lara durante un encuentro con comerciantes, buscando ganarse el apoyo de emprendedores, transportistas y cuentapropistas.
La oferta electoral, presentada como una solución para pequeños negocios, se suma a una serie de planteamientos anteriores del candidato que ya fueron cuestionados por su viabilidad financiera. Varios expertos advirtieron que tales medidas no solo son difíciles de implementar, sino que también podrían desestabilizar aún más la economía nacional.
El analista Alberto Bonadona fue categórico al señalar que este tipo de políticas pondría en serio peligro al sistema financiero boliviano. “Eso afectaría directamente a los bancos y, sobre todo, a los ahorristas, porque se estaría obligando a la banca a trabajar a pérdida en una coyuntura ya crítica”, advirtió.
Según Bonadona, la banca nacional atraviesa un momento de debilidad por el incremento de la mora crediticia, debido a que muchos prestatarios no están cumpliendo con sus obligaciones. Esta situación ha obligado a las entidades financieras a restringir los créditos, dificultando aún más el acceso a financiamiento en plena crisis.
En ese contexto, una propuesta como la de Lara podría convertirse en un factor de desestabilización, generando incertidumbre entre inversionistas y depositantes, y afectando la confianza en el sistema bancario.
A pesar de las críticas, el postulante del PDC sostiene que sus propuestas son “legales, posibles y necesarias” para dinamizar la economía popular. Sin embargo, especialistas insisten en que prometer alivio inmediato sin respaldo estructural solo genera expectativas que pueden derivar en frustración y mayor desconfianza ciudadana.