Un equipo de astrónomos ha descubierto una estructura espiral en la Nube de Oort interna, desafiando la concepción tradicional de esta región del Sistema Solar. La investigación, liderada por David Nesvorný del Southwest Research Institute, sugiere que la interacción gravitatoria con la Vía Láctea ha moldeado la nube en una formación en espiral, similar a una galaxia en miniatura.
«Este hallazgo cambia nuestra comprensión de la Nube de Oort y su evolución a lo largo del tiempo», explicó Nesvorný. Según el estudio, publicado en The Astrophysical Journal, la espiral tiene un diámetro de 15.000 unidades astronómicas (UA) y ha existido desde los primeros años del Sistema Solar.
Hasta ahora, se creía que la Nube de Oort estaba compuesta por dos regiones: una externa, con objetos débilmente ligados al Sol, y una interna, más estable y en forma de disco. Sin embargo, los nuevos modelos computacionales revelan que la Nube de Oort interna en realidad tiene brazos espirales retorcidos e inclinados 30 grados respecto al plano del Sistema Solar.
El estudio se basó en simulaciones procesadas en el superordenador Pleiades de la NASA, incorporando datos sobre la formación del Sistema Solar hace 4.600 millones de años. Los científicos analizaron cómo la marea galáctica —una fuerza gravitacional generada por el centro de la Vía Láctea y estrellas cercanas— influyó en la evolución de la nube.
Los resultados muestran que la estructura espiral se formó en los primeros cientos de años del Sistema Solar y ha permanecido estable desde entonces, resistiendo incluso el paso cercano de estrellas en los últimos milenios. «No es un fenómeno temporal, sino una característica permanente», subrayó el equipo investigador.
A pesar de la importancia del hallazgo, confirmarlo con observaciones directas sigue siendo un desafío. La enorme distancia y la baja luminosidad de los objetos de la Nube de Oort hacen que incluso los telescopios más avanzados tengan dificultades para detectarlos. Por ahora, la mayoría de la evidencia proviene del estudio de cometas de período largo, que se originan en esta región.
Este descubrimiento refuerza la necesidad de desarrollar nuevas misiones espaciales y técnicas de observación para explorar los confines del Sistema Solar. La Nube de Oort, aún en gran parte inexplorada, podría contener claves fundamentales sobre el origen de los cometas y la evolución de nuestro sistema planetario bajo la influencia de la Vía Láctea.