En medio de la selva boliviana, Martina Canchi Nate, de 80 años, despliega una vitalidad inusitada mientras cultiva su chaco. Con mariposas rojas escoltándola, desentierra yuca y recoge plátanos con una destreza que asombra. Martina pertenece a los tsimanes, una de las 36 naciones indígenas reconocidas en Bolivia, cuya salud ha despertado el interés científico.
Según el antropólogo Hillard Kaplan, quien ha liderado estudios sobre esta etnia durante más de 20 años, los tsimanes tienen las arterias más sanas del planeta y un envejecimiento cerebral más lento que el de sus pares en otras partes del mundo. «Los tsimanes presentan menos arteriosclerosis que las personas que siguen dietas bajas en grasas en Japón», afirmó Kaplan.
Martina, como muchas mujeres tsimanes, dedica gran parte de su tiempo a tejer techos con jatata, una planta que recoge tras caminar seis horas en la selva. Esta actividad, exclusiva de las mujeres, es fundamental para su economía, ya que venden estos techos en centros urbanos como San Borja. «Lo hago una o dos veces al mes, aunque cada día me cuesta más», comenta Martina.
La investigación de Kaplan, publicada en The Lancet en 2017, reveló que el 87% de los tsimanes mayores de 70 años tienen un mínimo riesgo de cardiopatía aterosclerótica. Otro estudio, publicado en 2023, mostró que los ancianos tsimanes tienen hasta un 70% menos de atrofia cerebral que sus pares en países industrializados. «Un tsimane de 80 años tiene la salud cardiovascular y cerebral de un adulto de 55 en Nueva York», dijo Kaplan.
La dieta de los tsimanes, baja en grasas y rica en fibras, es otro factor crucial. Martina explica que su alimentación se basa en arroz, plátano, yuca y, ocasionalmente, carne de caza o pescado. «Nos levantamos temprano para cocinar y luego vamos al chaco a trabajar», dice.
A pesar de su salud excepcional, los tsimanes enfrentan desafíos. La alta mortalidad infantil y enfermedades infecciosas han afectado históricamente a la comunidad. «Había una alta mortalidad infantil, y quienes llegan a los 80 años sobrevivieron a una infancia llena de enfermedades», señala Kaplan.
El cambio climático y la introducción de alimentos procesados también están alterando la salud de los tsimanes. «Los incendios y la sequía están afectando sus costumbres, y ahora vemos más casos de diabetes y obesidad», advirtió el médico Daniel Eid Rodríguez. Aun así, la comunidad sigue demostrando que se puede vivir con poco y mantenerse saludable. «Con lo que nos da la tierra, nos basta», concluye Justina Canchi, líder de las mujeres tsimanes.