En el corazón del Chapare, Cochabamba, un hecho insólito encendió la polémica. Un grupo de militantes evistas, armados con lanzas, irrumpió en puestos de comida para fijar los precios de los platos y refrescos, tras denuncias de supuestos cobros “excesivos” que alcanzaban entre 16 y 19 bolivianos.
Las imágenes, difundidas ampliamente en redes sociales, muestran cómo la comisión local, portando las lanzas como símbolo de poder, impone los costos a las comerciantes que intentaban defender su derecho a establecer sus tarifas.
“Esto no puede ser, yo también tengo gastos, pero ellos dicen que sí o sí debo vender en lo que ellos dicen”, reclamó una de las vendedoras, visiblemente molesta, ante la presencia del grupo que no dio espacio a la negociación.
El control de precios en mercados no es nuevo en la región, pero la violencia simbólica del uso de lanzas generó fuertes críticas entre ciudadanos y analistas, quienes consideran que estas prácticas atentan contra la libertad de comercio y la seguridad de los pequeños emprendedores.
Según se observa en el video, los militantes justificaron su accionar asegurando que su objetivo es “proteger a la población del abuso en los precios”. Sin embargo, el método utilizado fue cuestionado por su carácter intimidatorio y arbitrario.
Para varios usuarios en redes, el hecho refleja una preocupante radicalización de ciertos grupos: “No es control, es imposición y abuso de poder”, escribió un internauta, mientras otros exigieron la intervención de las autoridades municipales y policiales.
El silencio oficial sobre el incidente agrava la indignación. Ni la Alcaldía de Villa Tunari, ni las organizaciones afines al Movimiento al Socialismo (MAS) han emitido pronunciamientos sobre la legitimidad de estas acciones.
Lo sucedido en el Chapare no solo evidencia una tensión local en torno a la economía popular, sino que también abre el debate sobre hasta dónde puede llegar la militancia política en el control social. Para muchos, la escena de los “precios a punta de lanza” quedará marcada como un símbolo de excesos y abuso en nombre de la disciplina partidaria.