Por Walter Pérez
En el fútbol al igual que en otras ramas del deporte precisa de mucha precisión para que un resultado sea favorable a uno de los ocasionales rivales. Por eso que la frase “Todo es cuestión de precisión”, tomada de una parte del diálogo en la película “El Imparable (del tren triple siete)” protagonizada por Denzel Washington y Chris Pine, en cual por falla humana a punto ocurre una desgracia de proporciones en una localidad de Estados Unidos.
Pero, la oportuna intervención de dos maquinistas de tren evita aquello. Al final de la película uno de los actores salta sobre la descontrolada locomotora y logra detenerla.
Esas escenas fijadas a lo que ocurre en un campo de juego pueden servir para que los jugadores se den cuenta sino juegan concentrados y prolijos en el desempeño deportivo con precisión, las cosas salen mal.
Esta semana volvimos a ver a nuestros representantes de la Copa Libertadores de América, Bolívar y Wilstermann; el primero empató de visitante jugó mejor que la pasada semana y el segundo ganó de local con una buena demostración de fútbol.
En el partido de Bolívar, los que amamos este deporte no podemos conformarnos con un magro empate cuando se crearon oportunidades claras de gol y el balón sino llegaba al palo, se iba desviado.
No se puede entender que uno de los delanteros más experimentados y con años sobre las espaldas (Riquelme) no pueda concretar goles que estuvieron para su definición. Uno de ellos pudo definir el partido contra Tigre de Argentina, intentó colocar por sobre el arquero contrario, pero le salió mal.
Continúa el juego sin sentido, no se percibe que los jugadores se diviertan; parece que sufren al salir al campo de juego. Muchos de los protagonistas pasados de años y de rodaje, no tienen movilidad en los pies. A pesar de ello se empató.
A los aviadores les fue mejor, ganaron a Peñarol (3-1) pero se percibe faltos de preparación física, no corren, juegan siempre hacia atrás, no hilvanan jugadas, sino fuera la diosa fortuna, quien sabe otro hubiese sido el cantar.
No podemos conformarnos con un empate y un triunfo, se debe salir a ganar en todas las oportunidades que se tiene y para ello es necesario que los entrenadores se den cuenta que con nombres no se ganan los partidos, sino con jugadores que salgan a correr y tengan sed de triunfo.
Hasta cuándo el fútbol boliviano será el reciclador de jugadores que ya pasaron su ciclo, es decir, colgaron los cachos. No es por menos preciar la habilidad de muchos futbolistas, sino, que hay experiencias de varios que por su nombre llegan no juegan ni un partido y se llevan grandes cantidades de dinero. Eso no precisamos.
Ganamos, está bien, pero falta. Los jugadores bolivianos desde niños deben ser formados como personas de bien a quienes les guste competir, divertirse y ganar. Enseñarles la posibilidad de la derrota, pero siempre con la fortaleza de levantarse y seguir corriendo.
El fútbol boliviano ganará cuando dirigentes principalmente se den cuenta que deben apostar a la juventud e inviertan en esos niños que requieren una oportunidad, a futuro verán los resultados. Lo otro, seguiremos viendo un fútbol mediocre y sin ansias de triunfo.